¿Y si te pagarán por usar Internet?
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1 02 2021

¿Y si te pagarán por usar Internet?

El inicio del año estuvo marcado por el cuestionamiento de usuarios a WhatsApp a una anunciada modificación de uso de los datos para mejorar las condiciones de servicio; esto despertó una ola (no sabemos su alcance real) de críticas y búsquedas de otras plataformas.

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Escrito por: Esteban Concia

El principal beneficiario fue Telegram, que esta semana anunció que sumó durante el mes de  Enero unos 100 millones de usuarios nuevos, en su gran mayoría provenientes de la red de Mark Zuckerberg; incluso hace horas estableció la posibilidad de mudar chats de otras plataformas y así poder dar cierta sensación de continuidad. 

Sin embargo, si corremos el velo lo cierto es que hace muchos años que las grandes tecnológicas están haciendo uso y abuso de nuestros datos y huellas personales, incluso podríamos decir que la razón de ser de la red en gran parte es compartir información, gustos e intereses. 

Muchos usuarios incluso se declaran a favor de la posibilidad de recibir publicidades, mensajes y ofertas de productos y servicios que les son afines y en ese sentido su privacidad o no privacidad poco importan. 

Hasta aquí sabemos que entre un 95% y 98% de los ingresos de empresas como Facebook o Google provienen de la publicidad, de hecho está prevista que en los próximos tres años la pauta publicitaria (tanto privada como pública) sea de un 70/30 donde la gran parte se la llevarán los jugadores digitales.

El conjunto de los millones de me gusta, comentarios, posteos, hashtag, configuran una formidable fuente de ingresos (las grandes tecnológicas ya superan el PBI alemán por ejemplo) mediante subastas públicas donde el bien a subastar son ni más ni menos que nuestros datos personales.

Y esto supone una discusión de fondo en torno al funcionamiento de las sociedades en red, táctiles y digitales: el uso de la información personal como mercancía. Claro las plataformas se defienden sosteniendo esos ingresos permitan que continúen siendo de uso gratuito, sin embargo aquí lo barato sale caro. Sería bueno preguntarnos por ejemplo si no deberíamos recibir ingresos por nuestros datos que se comercializan aquí y allá, o incluso si los estados nacionales no deberían ser más duros y trabajar sobre esquemas impositivos sobre estas empresas globales. 

Volviendo a la mensajería instantánea hay que señalar que tanto WhastApp como Telegram pertenece a organizaciones comerciales lo que hace que en mayor o menor medida, más tarde o más temprano deberán usar nuestros datos para comercializar y generar ingresos. 

En el caso de Signal, de los creadores originales de WhatsApp la propiedad es de una fundación lo que lo saca del esquema comercial al menos hasta ahora, y supone una ventaja. 

Pero la perla de este proceso de puesta en valor de los derechos de los usuarios es Matrix, que no es la película aunque tiene que ver con la misma. Matrix es un protocolo de open source (código abierto) basado en HTTP que gestiona la comunicación de manera federada con nodos independientes, donde no hay una centralidad, esto permite un máximo de autonomía y protección de los procesos de conversación e información. Incluso será posible contestar desde una APP con protocolo Matrix a mensajes que provienen de distintas plataformas. 

El pasado 28 de enero se celebró el Dia de la protección de Datos personales, una iniciativa tendiente a dar cuenta y alertar sobre la manipulación por parte de las grandes tecnológicas y vislumbrar un humanismo tecnológico, es decir la técnica al servicio del desarrollo social. 

Desde este punto de vista nuevos marcos impositivos así como ingreso ciudadano por huella digital son debates que serán parte de la tercera década de nuestro siglo; es decir como se recupera autonomía frente al avasallamiento del capitalismo algorítmico que tal su esencia genera más desigualdad. 

Una variable en estudio es que una parte de todos esos ingresos por publicidad sean puestos en mecanismos de renta básica y de esa manera vuelvan a la sociedad. En todo caso la idea es desnaturalizar los procesos tecnológicos, generar conflicto y disputar la distribución de los ingresos pues así como van las cosas van mal. 

La privacidad, es la punta del iceberg de un proceso más complejo, donde juega el sentido y el para qué de la fenomenal revolución tecnológica que estamos viviendo. De fondo el desafío es generar una carta de derechos digitales que puedan acercarnos a que el hombre sea el centro de los dispositivos y no el producto. 

 

(*) Autor del libro “5 claves para ganar elecciones en la sociedad táctil”

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