Las redes sociales como los nuevos fiscales de la democracia y el Dia D: 3 de noviembre
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25 10 2020

Las redes sociales como los nuevos fiscales de la democracia y el Dia D: 3 de noviembre

Desdeñar o desentenderse de las redes sociales es un boomerang que más tarde o temprano golpeará a quien pretende seguir subestimando y suponiendo que su rol no excede lo lúdico, la anécdota social y/o el mero pasatiempo. 

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Escrito por: Esteban Concia

Las plataformas de “social media” se han configurado como verdaderos tanques económicos y geopolíticos de nueva especie y de incertidumbre presente y futura. 
Nueva especie porque corresponden al desafió de los últimas décadas de una profunda aceleración del desarrollo tecnológico y del conocimiento, puesto este en definitiva como una nueva forma de acumulación del capital. 


La nueva normalidad se veía venir, pero ciertos fenómenos sociales aún anunciados son puestos en duda por la humanidad, muchas veces haciendo uso de su postura “narcisista” (diría Freud) y pretendiendo que ya no sucederán nuevas “heridas narcisistas” a las conocidas como el giro copernicano (la tierra no es el centro de todo), el darwinismo (el hombre en definitiva proviene del animal) y el incosciente (no tenemos el control total de nuestra casa). 


El nuevo territorio es digital, el nuevo contacto social es digital, la construcción de sentido sobre lo que nos pasa en gran parte también digital. Es el momento de lo simbólico, y aún no sabemos hasta donde esta tendencia se va a profundizar. La capacidad computacional y la capacidad de almacenar datos crecen cada vez más rápido y no está clara la luz al final del túnel, hasta ahora de hecho no hay luz ni final. 


La nueva “herida narcisista” el que esta aparición del territorio digital lo genera al humano de contacto, al humano como ser social analógico. Y es una herida similar a las anteriores puesto que no puede controlarlas totalmente y sobre todo excede la más de las veces su capacidad de entendimiento y/o de reacción. 


Y el mundo político también se conmueve, debe repensar lo pública, ya no únicamente desde el contacto o los resultadas palpables de decisiones de políticas públicas sino desde las narrativas y génesis del mundo digital que comienza incluso a determinar a la política. 


Trump viene construyendo una narrativa en torno a una elección ajustada, que incluso podría estar siendo “robada”. Poner en tela de juicio el resultado y el proceso ha conformado una narrativa bien ejecutada que hace sentido y que presenta una coherencia de elementos en la narración. 


Es por esto que la vista está puesta en los anuncios del martes 3 de noviembre luego del final de los comicios; los anuncios y construcciones narrativas que se realicen son fundamentales. 


Finalmente llego el día donde una de las elecciones más destacadas a nivel global tienen a Facebook y Twitter como árbitros del resultado. Ninguna de las empresas tecnológicas están incorporadas formalmente como actores de las leyes y reglamentaciones electorales, ni siquiera adhieren formalmente a ningún sector político pero lo que permitan hacer o lo que dejen de hacer, incluso el metalenguaje que generen sus reglas internas y algoritmos son corresponsables de la elección. 


La causa fundamental es como la tensión principal en torno a un resultado relativamente cerrado suele ser el anuncio y en poca de postverdad y de poder simbólico, tiene mucho peso quien se declare ganador, puesto que aunque no lo sea finalmente pone en tela de juicio todo el proceso electoral y la legitimidad de origen del gobierno venidero.


Esta práctica se está transformando en un “modus operandi” en particular de sectores más hacia posturas de “derechas”, pero no es propio de una elite sino que hace base en una tendencia de base, de circulación ciudadana que es la falta de reconocimiento y/o confianza sobre las democracias tradicionales como institucionalidad capaz de resolver conflictos, achicar brechas y garantizar derechos. 


Será el Dia D en el que Facebook, Twitter y en menor medida You Tube (Google) deberán rendir cuentas y mostrar que no son un trampolín para la conspiración y pueden asumirse como plataformas responsables y de eso depende la medida en la cual permitan la circulación de discursos de desinformación. 


En el caso de la red de Mark Zuckerberg, que aparece como las más cuestionada, ya hizo públicas algunas pautas como la prohibición de publicidad política una semana antes del día de la votación, autoimponiéndose una veda digital. Además anuncia que controlará posteos, por ejemplo si cuentas pro Trump dicen que han alcanzado la victoria, incluso sugiere que podría poner una etiqueta en la publicación diciendo que es información no formal. También avisa que abrirá un centro de información sobre los datos de la elección. Mucho anuncio, pero en la práctica no está claro que puede frenar una ola de posteos. 


En el caso de Twitter, parece como el más firme, ya que sus políticas de contenidos le permiten directamente eliminar el Tweet y asi lo anuncian, directamente borrarán este tipo de contenidos.  


Mientras que You Tube no anuncia ningún protocolo aún, ni parece tomar cartas en el anuncio de manera rápida y formal con lo que puede llegar a ser un “colador” por donde ingresaran todo tipo de desinformación. 


En definitiva  casi sin quererlo se han transformado en una herramienta fundamental para verificar y legitimar el proceso electoral, y esto llegó para quedarse. Como siempre, pareciera ser que la regulación y discusión pública de estas cuestiones son las acciones necesarias para limitar una influencia  que hay  visualizar y  prestar atención antes de que sea demasiado tarde. 
  
Esteban Concia (*) Autor de libro “Comunicados o Dominados”, Lic en Comunicación director de Conversatorio Com Pol. 

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